domingo, 5 de julio de 2009

ASESINOS




Isis Obed Murillo tenía 19 años, pero su cara era la de un niño. Su nombre será recordado con tristeza y con rabia en Honduras, porque ayer -a eso de las cuatro de la tarde y frente al aeropuerto de Tegucigalpa- un soldado cuadró su rifle, apretó el gatillo y la bala asesina -¿hay alguna que no lo sea?- entró por la nuca del muchacho. Isis estaba allí para esperar un regreso que no se produjo. El de Manuel Zelaya, presidente de Honduras hasta que un comando del Ejército lo secuestró y lo sacó del país para, inmediatamente después, colocar en su lugar a un tal Roberto Micheletti, cuya frase más repetida es: "Esto no es un golpe de Estado".
Pero sí es un golpe de Estado, claro que es un golpe de Estado. Si esto no fuera un golpe de Estado, Micheletti no estaría sentado ahora en la Casa Presidencial, el cuerpo de Isis no estaría tendido en la morgue del Hospital Escuela y esta crónica no se tendría que estar escribiendo en medio de un toque de queda. Un toque de queda que es cada noche más largo y más siniestro. Ayer, cuando el periodista se acercó al hospital para indagar el número cierto de víctimas durante los incidentes del aeropuerto, descubrió una realidad hasta entonces oculta. Una enfermera cuyo nombre no debe ser mencionado se prestó a guiarlo por salas atestadas de heridos de bala. "Están llegando desde hace varias noches", explica, "la policía los trae y los deja aquí. Todos tienen disparos recibidos durante el toque de queda. Algunos llegan muy mal. Fíjese en aquel, Marco, le dispararon en el cuello. Está muy grave. Nada de eso sale en los diarios".
A espaldas del hospital, en medio de una calle sin asfaltar, se encuentra la morgue. Isis Obed Murillo está aquí. Lo trajeron esta tarde, casi directamente desde el aeropuerto de Tegucigalpa. El muchacho, como muchos otros hondureños, había ido a esperar la llegada de Manuel Zelaya. El Gobierno surgido del golpe venía repitiendo desde primera hora de la mañana que no permitiría que el avión venezolano que traía a Zelaya desde Washington -donde la OEA había suspendido a Honduras- aterrizara en Toncontín. Pero allí estaban ellos, sus partidarios, jóvenes y mayores, mujeres y hombres, muchos con el rostro del Ché en sus camisetas y otros sin camiseta siquiera, luchando contra el calor y la emoción como buenamente podían. A pesar de la negativa, Zelaya declaró desde el avión: "Estaré llegando en 30 minutos". Y fue más o menos entonces cuando sus partidarios reunidos alrededor del aeropuerto intentaron acercarse más a las pistas, que ya habían sido tomadas por un gran despliegue del Ejército. Fue entonces cuando los soldados recibieron la orden de cargar con dureza. La carga incluyó numerosos disparos. Isis Obed ya se marchaba. Pero un disparo lo alcanzó por detrás, en la cabeza.
Hay unas imágenes de televisión grabadas por los periodistas Francho Barón y Arturo Lezcano que son sobrecogedoras. Un hombre porta el cuerpo inerte de Isis durante largo rato, ayudado por otros hombres, que buscan desesperadamente una ambulancia. En medio de la confusión, ese hombre vestido con una camiseta amarilla que se va tiñendo de rojo a cada paso sólo desea que Isis todavía respire, que no muera. Cuando por fin logra dejarlo en la cajuela de una camioneta que lo llevará al hospital, el hombre se vuelve hacia la cámara y derrama todo su dolor, toda su rabia: "La gente venía hacia atrás, porque ya estaban disparando. Y un militar, un antipatriota, un gorila maldito se cuadró y le disparó al amigo. Le pegó en la cabeza el balazo. Aún va respirando. Tenemos esperanza. Yo quiero que viva". Pero no vivió. Isis ya se había convertido en el primer muerto del golpe de Estado preparado por el general Romeo Vásquez, el jefe del Ejército de Honduras, y consumado por Roberto Micheletti.
Tras ser reprimidos a balazos, muchos de los manifestantes maldijeron el nombre del cardenal Óscar Rodríguez, quien en una alocución ante la nación se puso claramente del lado de los golpistas y exigió al presidente Zelaya que no regresara al país para evitar un baño de sangre. "Estas son las balas asesinas ordenadas por el cardenal Óscar Andrés Rodríguez", decía uno de los manifestantes mientras enseñaba varios casquillos recogidos del suelo, "porque bien dijo el cardenal que iba a haber sangre. ¡Y hubo sangre! ¡Hubo sangre!". Otro hombre lloraba agarrado a las rejas del aeropuerto: "Nos dispararon a quemarropa. No teníamos armas". De fondo, el eco de la palabra más coreada durante toda la tarde, dirigida a los soldados: "Asesinos, asesinos".
Una palabra que también se escuchaba anoche en el desbarajuste del Hospital Escuela. En un pasillo, con la bata llena de sangre, Denis Díaz Sola, de 52 años, agricultor de profesión, le contaba a este periódico: "Yo estaba frente al aeropuerto cuando los soldados empezaron a disparar. A mí me dieron un tiro en un testículo. Pude ver a muchos más que caían bajo las balas de los soldados".
A las diez de la noche -seis de la madrugada en España-, el presidente Manuel Zelaya compareció ante la prensa en El Salvador, a donde su avión tuvo que dirigirse. Junto a él, los presidentes de Ecuador, Argentina, Paraguay y El Salvador. Zelaya hizo un llamamiento a los soldados de su país para que no disparen más contra la población indefensa. Aun en el caso improbable de que la petición del presidente encontrase eco, ya sería demasiado tarde. Demasiado tarde para Honduras. Definitivamente tarde para Isis Obed Murillo, un muchacho de 19 años con cara de niño.
*http://www.elpais.com/articulo/internacional/golpe/Honduras/tine/sangre/frustrar/regreso/Zelaya/elpepuint/20090706elpepuint_6/Tes

3 comentarios:

Pelele dijo...

La estolidez está presente en los dos “bandos”, que a la postre veremos que es el mismo. Achacarle muertos al Cardenal es de un simplismo que no se vale. Este intento de Zelaya de aterrizar en Tegucigalpa estando como está el asunto me parece un acto de absoluta irresponsabilidad. Arengar a la multitud desde el avión es de una cobardía y arrogancia inaceptable. ¿Qué pretendía Zelaya? Que se iba a bajar del avión y que por alguna bondad de la providencia los milicos se iban a arrepentir, iban a declamar un mea culpa y lo iban a escoltar hasta la casa de gobierno! Yo también habría vaticinado “sangre” estando el escenario como está. La situación de vulnerabilidad en que se encuentran los hondureños, con un gobierno de facto que está utilizando al ejército dado el trastorno institucional (provocado por ellos, claro está, eso no lo discuto, estamos ante un golpe de estado) y que ha limitado las garantías y libertades, exige de quienes dicen querer encontrar una solución mayor cautela, y no lanzarse en cruzadas personales adornadas con discursos democráticos.
Yo sinceramente creo que la solución más razonable es que se adelanten las elecciones, que estas sean altamente vigiladas por la comunidad y los organismos internacionales. Esto, previo compromiso serio de las partes a respetar dicho proceso. Claro, lo difícil es, cómo demonios lograr esto…

Hatillonauta dijo...

Bueno compay estoy de acuerdo con vos en un muy poco, por no decir que en casi nada. Es decir esto es un golpe de Estado: coincidimos.

“La estolidez esta en los dos bandos.” Ciertamente, pelele, el Cowboy de Olancho, no esta ahí por la gracia de Dios o del diablo de Caracas y sus demonios del ALBA, que por cierto ahora resulta ser el responsable de todos los Apocalipsis criollos. Esta ahí porque esa clase que lo mando con la piyamas puestas al aeropuerto “el coco”, lo llevo al poder; en Honduras nadie llega a ser “el primer ciudadano de la republica” sin tener este pedigrí, pero aquí es donde me parece, empieza el cuento mágico de la bella y la bestia del pelele, que agrega que el Mel y el Michelleti son los mismos. En Honduras tanto como en Guatemala, Argentina, México, Chile, y muchos de los países latinoamericanos, incluida la “democracia del siglo” (viene con premio novel gratis), las grandes familias y grupos que nos gobiernan, entraron en la piñata neoliberal, es decir al “desarrollo del siglo XXI”, LA fiesta dejo a los muchos esperando que cayeran los confites y a los poquitos en una abierta guerra mafiosa. No se niega que el transito de las economías nacionales a las economías trasnacionales estuvo llena de grandes confitazos, hasta las golosinas de la abuela salieron rascando. Y aquí es donde aparecen los calderones y los rodrigues emperrerados por el Zultanato de los Arias (con el TLC USA en el horizonte de la patria), los Salinas de Gortari y los Slim madrugandose a sus cuates, (no los que viajan en el metro, aunque también pero no es el tema) sus “Cuatesotes”. Lo mismo en las tierras de Gardel, que en las del Pinochet. Posiblemente si el Menen se diera una vueltica solo por la Corrientes, no tardaría, en aparecer con un tiro en la frente: un problema de Voludotes. En este piñatofiesta al querido Mel le jugaron mal los liberais y lo sacaron del quinceaños, con el confitazo del siglo en frente. (TLC-USA-CA)

Hatillonauta dijo...

Y aquí es donde se nos vuelve de la legión del mal el mel, se hace “albista” No queda de otra, perder la venia de los amigotes del “partido” es parecido a agarrar una pala y enterrarse. Ahí le asoma el diente desde el papable, hasta el Romeo, desde el Micheletti hasta la cámara de Industrias del guineo. Y viene el cambio de estrategia: coquetearle a los pobres ( son el 60%) “La reestructuración de las fórmulas de ganancias de las compañías transnacionales del petróleo –que implicó pérdidas para ellas, pero ventajas para los consumidores– es su primer gesto de desafío hacia un sector privilegiado, la importación de medicamentos genéricos desde Cuba a precios más cómodos que los ofrecidos por las empresas farmacéuticas nacionales e internacionales afectó el negocio de este sector, la decisión de elevar el salario mínimo de $182 a $291 molestó a los empresarios, fueron consolidando un frente en su contra dentro del sector privado. (http://www.nacion.com/ln_ee/2009/julio/06/mundo2018418.html)
Por otro lado en Honduras, la constitución vigente desde 1982, tiene unos artículos llamados las leyes pétreas, que tiene mandamientos, mandamientos tropicales; impiden que la constitución se modifique. ( solo pasa en Honduras y en la Biblia) Bueno, al bill pecos se le ocurre, no sin calculó político, la historia de la cuarta urna con la intención futura de modificar la constitución, su última arma. Y aquí si que se abrió la jaula de la gorilada, en un país de capataces, con mel incluido, que los banana-workers legislen, a la mierda los pastores.
Ciertamente el manejo jurídico (procedimental, para ser precisos) del tema de la cuarta urna fue torpe, pero en su esencia, este hatillonauta no solo lo respeta si no que lo defeinde. Y aquí es donde pienso distinto que el pelele, pues aunque los “empugnados” vengan del mismo riñón, las circunstancias políticas llevan al Zelaya (con calculo) a plantear reformas que a la postre resultan progresistas, dentro de los sectores populaes, aun con estos cálculos.